Cuando llega el primero
de noviembre, mi corazón
vuelve a México . . . el día
en el cual honramos a los
bellos niños quienes hemos
perdido.
Lloro por los míos, mis
nietos que no tuvieron la
oportunidad de sobrevivir.
Sollozo por sus vidas no
vividas. Lamento por todos
los padres quienes hayan
perdido a sus amados nenes.
Añoro tanto a toda la familia
y amistades que dejé en
México. Le ruego a Dios
que sea cierto que algún día
seremos reunidos.
Abrazos muy fuertes les
mando desde aquí . . .
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