El día de hoy recordamos
a los adultos que hemos
perdido en nuestra estancia
aquí. Es difícil, claro, pero
algo menos que las triste
memorias de ayer.
Ha sido doloroso perder a
mis padres, tíos, abuelos,
y ciertos amigos. Pero,
cuando menos, han vivido.
Dejando la tristeza de ayer
a un lado, he de confesar . . .
cómo extraño a mi padre.
Cuando se me fue, se me
hizo como si yo hubiese
perdido la razón de vivir.
Sentimientos encontrados,
sin lugar a duda. A diario
pienso en él, lo recuerdo
con tanto cariño. Pero,
esto de celebrar este día
cada año, despierta el
dolor de nuevo.
Mañana apagaré las velas,
quitaré el altar, guardaré
los recuerdos . . . las
lágrimas cayendo a mares.
Espero que pasen algunos
días rápidamente para dejar
el dolor por otro rato . . .
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